Clausura del Año de la Misericordia


Parece mentira, pero ya ha pasado un año desde que comenzara el Año de la Misericordia, convocado por el Papa Francisco.
Ha sido un año muy intenso, en el que todos hemos podido profundizar más si cabe en el sentido de esta palabra que es fundamental para un cristiano, y es que Dios nos quiere así, con infinita misericordia a pesar de nuestras caídas y está siempre con los brazos abiertos para acogernos, si nosotros nos dejamos.
Por eso, se abrían las puertas santas, la del Vaticano y las de muchos otros lugares, como símbolo de la acogida de la Iglesia a todas las personas que quieran acercarse a Dios, entre ellas, la de nuestra Catedral de Toledo. Si una sola persona se ha acercado a Dios por este motivo este año, ya ha valido la pena.

Realmente, el Año de la Misericordia acaba el 20 de noviembre, coincidiendo con la Fiesta de Cristo Rey, pero las puertas se cierran este domingo, y en nuestra Diócesis se celebrará con la celebración de la Eucaristía a las 17.00h, presidida por D. Braulio.

Nosotros nos vamos a unir, saliendo en coches particulares desde la Parroquia a las 16.00h.


En nuestra Parroquia, la verdad, teníamos pensado hacer un vídeo, o una presentación con fotos, poniendo todo lo que hemos hecho en relación a este tema este año, que ha sido mucho, pero finalmente hemos pensado que es imposible plasmar cada acto de caridad, de amor, de generosidad con Dios y con los demás, con enfermos, con niños, con la gente que nos rodea,... Y que es mejor que solo Dios lo sepa y lo guarde en su Corazón. Que solo Jesús se luzca.

El Año acaba aquí, pero nuestra obligación de meditar acerca de la Misericordia continúa, para que la tengamos presente nosotros y la vivamos cada día.

"El cristiano no es un maníaco coleccionista de una hoja de servicios inmaculada. Jesucristo Nuestro Señor se conmueve tanto con la inocencia y la fidelidad de Juan y, después de la caída de Pedro, se enternece con su arrepentimiento. Comprende Jesús nuestra debilidad y nos atrae hacia sí, como a través de un plano inclinado, deseando que sepamos insistir en el esfuerzo de subir un poco, día a día. Nos busca, como buscó a los dos discípulos de Emaús, saliéndoles al encuentro; como buscó a Tomás y le enseñó, e hizo que las tocara con sus dedos, las llagas abiertas en las manos y en el costado. Jesucristo siempre está esperando que volvamos a El, precisamente porque conoce nuestra debilidad".

San Josemaría Escrivá. Es Cristo que pasa, 75

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