Evangelio 26 de abril 2016

Lectura del santo evangelio según san Mateo (5,13-16):

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Vosotros sois la sal de la tierra. Pero si la sal se vuelve sosa, ¿con qué la salarán? No sirve más que para tirarla fuera y que la pise la gente. Vosotros sois la luz del mundo. No se puede ocultar una ciudad puesta en lo alto de un monte. Tampoco se enciende una lámpara para meterla debajo del celemín, sino para ponerla en el candelero y que alumbre a todos los de casa. Alumbre así vuestra luz a los hombres, para que vean vuestras buenas obras y den gloria a vuestro Padre que está en el cielo.»


Somos los elegidos del Señor para dar luz a un mundo que anda en tinieblas, para dar alegría a este mundo triste.
¿Cómo lo podremos hacer? Siendo muy fieles al Señor. Podemos ser sal, pero si vamos cediendo en pequeñas cosas, acabaremos por no tener las propiedades para dar sabor.
Cuando no luchamos contra los pecados veniales, porque total, no son para tanto; cuando nos da lo mismo porque total ya si eso me confesaré de ello; cuando no callamos la lengua y a diario criticamos a un compañero... Estamos desvirtuando el mensaje que damos con nuestra propia vida (que es el principal, el ejemplo), y por tanto estamos siendo un estorbo para la obra de Dios.

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