El Papa en Lesbos

Como todos sabemos, este sábado 16 de abril, el Papa ha visitado la isla griega de Lesbos, actualmente uno de los puntos de Europa donde están llegando los refugiados procedentes de Siria y que Europa se resiste a acoger.

El objetivo de Francisco con este viaje relámpago no era otro que el de llamar la atención de Europa y de sus raíces cristianas, la cuna de los derechos humanos, para que traten de atajar esta situación.

El mismo Santo Padre decía que en ningún viaje ha sentido tanto dolor como en este, y es que tiene que machacar la conciencia de cualquiera ver cómo hay gente hacinada y malviviendo por una situación que unos pocos han provocado y que otros tantos no quieren o saben cómo solucionar.

"No estáis solos, no perdáis la esperanza", les decía el Papa a los refugiados en su breve mensaje. A veces no hacen falta las palabras, sino mirar a los ojos y abrazar a la gente para que se sientan acompañados.

Para dar ejemplo al resto de Europa y del mundo, se llevó al Vaticano a tres familias musulmanas que vivían en el campo de refugiados. Sí, musulmanas, y es que Cristo ha muerto por todos y nos quiere a todos, y tenemos que llevar Su amor sobre todo a los que no le conocen.



Esta situación nos tiene que llevar a la reflexión sobre nuestra actitud de acogida, no ya a los refugiados de Siria, que probablemente en nuestra mano solo esté el rezar por ellos, sino en cómo yo acojo a la gente que tengo alrededor: si acojo con mi sonrisa, con mi paciencia, con una palabra cariñosa, poniendo los medios para ayudar a la gente que me rodea y que tiene problemas... No podremos cambiar el mundo, pero podemos cambiar el mundo que nos rodea. Con eso ya sería suficiente.