Evangelio 30 de septiembre 2015
Lectura del santo evangelio según san Lucas (9,57-62):
En aquel tiempo, mientras iban de camino Jesús y sus discípulos le dijo uno: «Te seguiré adonde vayas.»
Jesús le respondió: «Las zorras tienen madriguera, y los pájaros nido, pero el Hijo del hombre no tiene donde reclinar la cabeza.»
A otro le dijo: «Sígueme.»
Él respondió: «Déjame primero ir a enterrar a mi padre.»
Le contestó: «Deja que los muertos entierren a sus muertos; tú vete a anunciar el reino de Dios.»
Otro le dijo: «Te seguiré, Señor. Pero déjame primero despedirme de mi familia.»
Jesús le contestó: «El que echa mano al arado y sigue mirando atrás no vale para el reino de Dios.»
"Sí, pero no". Esta respuesta es muy humana, y es la reticencia que tenemos a darnos del todo, por completo y sin reservas. Tendemos a guardarnos cosas, tiempos nuestros para "por si acaso", y eso en el fondo es desconfianza y falta de amor. Esto puede pasarnos en cualquier ámbito de la vida, en la familia, en el trabajo... Y como no, con Dios. A veces tenemos miedo a darlo todo, a darle nuestro tiempo, a hacer oración de verdad, sabiendo que Dios habla porque nos da miedo lo que nos pueda pedir.
No nos damos cuenta de que saltamos pero no al vacío, sino a sus manos amorosísimas de donde nunca nos podremos caer.
Hoy podemos hacer el propósito de darnos por completo, de estar dispuestos a seguir a Jesús cueste lo que cueste.
En aquel tiempo, mientras iban de camino Jesús y sus discípulos le dijo uno: «Te seguiré adonde vayas.»
Jesús le respondió: «Las zorras tienen madriguera, y los pájaros nido, pero el Hijo del hombre no tiene donde reclinar la cabeza.»
A otro le dijo: «Sígueme.»
Él respondió: «Déjame primero ir a enterrar a mi padre.»
Le contestó: «Deja que los muertos entierren a sus muertos; tú vete a anunciar el reino de Dios.»
Otro le dijo: «Te seguiré, Señor. Pero déjame primero despedirme de mi familia.»
Jesús le contestó: «El que echa mano al arado y sigue mirando atrás no vale para el reino de Dios.»
"Sí, pero no". Esta respuesta es muy humana, y es la reticencia que tenemos a darnos del todo, por completo y sin reservas. Tendemos a guardarnos cosas, tiempos nuestros para "por si acaso", y eso en el fondo es desconfianza y falta de amor. Esto puede pasarnos en cualquier ámbito de la vida, en la familia, en el trabajo... Y como no, con Dios. A veces tenemos miedo a darlo todo, a darle nuestro tiempo, a hacer oración de verdad, sabiendo que Dios habla porque nos da miedo lo que nos pueda pedir.
No nos damos cuenta de que saltamos pero no al vacío, sino a sus manos amorosísimas de donde nunca nos podremos caer.
Hoy podemos hacer el propósito de darnos por completo, de estar dispuestos a seguir a Jesús cueste lo que cueste.
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