Evangelio 24 de septiembre de 2015
Lectura del santo evangelio según san Lucas (9,7-9):
En aquel tiempo, el virrey Herodes se enteró de lo que pasaba y no sabía a qué atenerse, porque unos decían que Juan había resucitado, otros que había aparecido Elías, y otros que había vuelto a la vida uno de los antiguos profetas.
Herodes se decía: «A Juan lo mandé decapitar yo. ¿Quién es éste de quien oigo semejantes cosas?»
Y tenía ganas de ver a Jesús.
Por muy alejada que esté una persona de Dios, la inquietud y el vacío no se van así como así. Por eso Herodes tenía ganas de ver a Jesús. Tenía ganas de conocer a Dios.
Cuando hacemos apostolado, tenemos que tener el firme convencimiento de que estamos llevando a la gente a la felicidad, a lo que están buscando.
¿Estoy yo convencido de ésto?
En aquel tiempo, el virrey Herodes se enteró de lo que pasaba y no sabía a qué atenerse, porque unos decían que Juan había resucitado, otros que había aparecido Elías, y otros que había vuelto a la vida uno de los antiguos profetas.
Herodes se decía: «A Juan lo mandé decapitar yo. ¿Quién es éste de quien oigo semejantes cosas?»
Y tenía ganas de ver a Jesús.
Por muy alejada que esté una persona de Dios, la inquietud y el vacío no se van así como así. Por eso Herodes tenía ganas de ver a Jesús. Tenía ganas de conocer a Dios.
Cuando hacemos apostolado, tenemos que tener el firme convencimiento de que estamos llevando a la gente a la felicidad, a lo que están buscando.
¿Estoy yo convencido de ésto?
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