Evangelio 7 de agosto 2015

Lectura del santo evangelio según san Mateo (16,24-28):

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «El que quiera venirse conmigo, que se niegue a sí mismo, que cargue con su cruz y me siga. Si uno quiere salvar su vida, la perderá; pero el que la pierda por mí la encontrará. ¿De qué le sirve a un hombre ganar el mundo entero, si arruina su vida? ¿O qué podrá dar para recobrarla? Porque el Hijo del hombre vendrá entre sus ángeles, con la gloria de su Padre, y entonces pagará a cada uno según su conducta. Os aseguro que algunos de los aquí presentes no morirán sin antes haber visto llegar al Hijo del hombre con majestad.»


Si has hecho senderismo por montaña, o has andado el Camino de Santiago o cualquier ruta por la naturaleza, te habrás dado cuenta de que muchas veces por no caerte, o por cansancio o por la razón que sea, estamos más pendientes de las piedras del camino, de las ramas,... Que del propio camino en sí. Y miramos al suelo para no tropezar y pasar lo más cómo posible ese trecho.
De vez en cuando alzamos la mirada, y vemos los árboles, las vistas maravillosas desde la montaña, y piensas que a pesar del esfuerzo, merece la pena el camino andado.

Jesús en el Evangelio de hoy nos invita a mirar la vida con altura, no con miras cortas. En la vida, vamos muchas veces mirando al suelo para pasar lo mejor que podemos ese bache del día, pero quizá no siempre nos preguntamos si por ese camino vamos bien al fin donde queremos ir, al Cielo.

Hoy podemos proponernos hacer examen de conciencia cada noche sobre el día que ha pasado, qué he hecho bien, qué he hecho mal, y qué podría haber hecho mejor. ¿Lo que he hecho hoy me acerca a mi meta?

Comentarios

Entradas populares de este blog

Nuestra Señora de las Mercedes

El cura no tiene horarios. Se levanta sacerdote y se duerme sacerdote

Famosos que han encontrado a Dios