Evangelio 31 de julio 2015

Lectura del santo Evangelio según san Mateo
(13,54-58):


En aquel tiempo, Jesús llegó a su tierra y se puso a enseñar a la gente en la sinagoga, de tal forma, que todos estaban asombrados y se preguntaban: «¿De dónde ha sacado éste esa sabiduría y esos poderes milagrosos? ¿No es el hijo del carpintero? ¿No es María su madre, y no son sus hermanos Santiago, José, Simón y Judas? ¿No viven entre nosotros todas sus hermanas? ¿De dónde, pues, ha sacado todas estas cosas?»
Y se negaban a creer en él. 
Entonces Jesús les dijo: «Un profeta no es despreciado más que en su patria y en su casa».
Y no hizo muchos milagros allí por la incredulidad de ellos.


Perseverar es el único camino para el apóstol. Cuántas veces nos pasará como al Señor en la Parroquia, en el trabajo, en la familia... Que queremos hablar a nuestra gente de Dios y nos miran mal. Nos dijo el Señor en la Última Cena que si a Él le habían perseguido, a nosotros nos pasaría lo mismo.

No desesperar en el apostolado y tener siempre la mirada fija en Él, el motivo por el que realizamos todas las cosas.

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