Evangelio 29 de julio 2015

Lectura del santo evangelio según san Mateo (13,44-46):

En aquel tiempo, dijo Jesús a la gente: «El reino de los cielos se parece a un tesoro escondido en el campo: el que lo encuentra lo vuelve a esconder y, lleno de alegría, va a vender todo lo que tiene y compra el campo. El reino de los cielos se parece también a un comerciante en perlas finas que, al encontrar una de gran valor, se va a vender todo lo que tiene y la compra.»


"Vanidad de vanidades, todo es vanidad". Esta frase de San Pablo, nos puede ayudar en nuestra consideración del Evangelio de hoy, y es que es verdad, que cuando uno está apegado a las cosas de la tierra, todo lo ve importante, y esta vida se considera como eterna y no hay más miras que el ser, el parecer... Porque todo el corazón se pone en las cosas materiales.

Cuando uno encuentra a Cristo, es tal la fortuna que se siente que todo lo demás pasa a segundo plano. No para desecharlo o para pasar de ello, sino simplemente para darle la justa importancia que tiene. De ahí la tan valorada virtud de la pobreza, que nos ayuda a estar desasidos de las cosas de la tierra y nos ayuda a tener el corazón libre para seguir al Señor sin ataduras.
Vivir la pobreza no es ir vestidos con un saco, ni  no comer durante días, sino el tener lo justo y necesario para pasar la vida de manera muy digna, y cada uno según su situación personal, familiar, social, laboral... 

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