San Josemaría Escrivá, el santo de lo ordinario

Hoy, 26 de junio, la Iglesia celebra a San Josemaría Escrivá de Balaguer, un santo español.

Nació en Barbastro (Huesca) en 1902, y falleció en Roma en 1975.

A los 15 años, tras seguir unas huellas en la nieve de unos pies descalzos de un carmelita que se dirigía a una iglesia, pensó cuánto hace la gente que quiere de verdad a Dios, y decidió hacerse sacerdote para ponerse a disposición de lo que el Señor quisiera de él, aunque sabía que quería algo más y no lo veía.
El 2 de octubre de 1928, cuando Josemaría tenía 26 años, ya ordenado, en un retiro espiritual en Madrid, vio que el Señor le pedía fundar el Opus Dei (Obra de Dios): personas entregadas a Dios en medio del mundo, sin dejar lo que hacen: en su trabajo, en su familia, con sus amigos, ... Solteros, casados, viudos... Cada uno en su sitio y en cualquier situación puede ser santo.





El espíritu del Opus Dei se sostiene sobre dos pilares: la santificación del trabajo y el apostolado.
La Obra, llamada así comunmente, es una familia. Se organiza como una Prelatura personal, es decir, con el funcionamiento muy parecido al de una diócesis, pero sin territorio fijo, porque la vocación a la Obra es universal y sus miembros pueden estar en cualquier parte del mundo. Además del Prelado de la Obra, cada miembro se atiene al Obispo de la diócesis en la que está.
Viene a recordar la llamada universal a la santidad que tenemos todos los cristianos y que fue siempre así desde el principio, aunque luego se desvirtuó y con el paso de los siglos se pensó que solo los religiosos podían ser santos. Este espíritu de santidad fue confirmado más tarde por el Concilio Vaticano II para toda la Iglesia.

San Josemaría dedicó su vida a sacar adelante la Obra con un espíritu muy audaz, y con muchas cruces, pocos medios materiales, malentendidos, ataques desde dentro y fuera de la Iglesia.
Extendió la Obra por todo el mundo, y escribió muchas obras de espiritualidad, la mayoría frutos de su oración personal, que más tarde decidió publicar porque pensaba que podían ayudar a mucha gente a hablar con Dios.

Dejó como legado muchas cosas, entre ellas el sentido de Presencia de Dios constante, no paraba de predicar que Dios es un Padre bueno que está pendiente de nosotros siempre. Su gran amor a la Iglesia y al Papa. No se cansaba de decir que "la Obra está para servir a la Iglesia, como la Iglesia desea ser servida". No se ponía como ejemplo de nada excepto de persona que sabía querer de verdad. La gente que le conocía destaca de él su espíritu de optimismo, alegría, buen humor y mucho amor a Dios, a la Virgen y a los demás.



Actualmente, la Obra está presente en más de 70 países y realiza labores apostólicas, sociales y educativas en todos ellos, aparte de las labores personales que puedan llevar a cabo cada uno de sus miembros de manera particular, que son muchas más.

Comentarios

Entradas populares de este blog

Nuestra Señora de las Mercedes

El cura no tiene horarios. Se levanta sacerdote y se duerme sacerdote

Famosos que han encontrado a Dios