Evangelio 29 de junio 2015
Lectura del santo evangelio según san Mateo (16,13-19):
En aquel tiempo, al llegar a la región de Cesarea de Filipo, Jesús preguntó a sus discípulos: «¿Quién dice la gente que es el Hijo del hombre?»
Ellos contestaron: «Unos que Juan Bautista, otros que Elías, otros que Jeremías o uno de los profetas.»
Él les preguntó: «Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?»
Simón Pedro tomó la palabra y dijo: «Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo.»
Jesús le respondió: «¡Dichoso tú, Simón, hijo de Jonás! porque eso no te lo ha revelado nadie de carne y hueso, sino mi Padre que está en el cielo. Ahora te digo yo: tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y el poder del infierno no la derrotará. Te daré las llaves del reino de los cielos; lo que ates en la tierra quedará atado en el cielo, y lo que desates en la tierra quedará desatado en el cielo.»
Hoy la Iglesia celebra a San Pedro y a San Pablo, dos grandes santos de la Iglesia, y sin los cuales la Iglesia no sería lo que es.
San Pedro fue el primer Papa, elegido por Jesucristo para ser la roca sobre la que cimentar la Iglesia: un pescador, que le negó incluso cuando le estaban acusando los judíos... Pero que amaba con locura a Jesús, y que cuando metía la pata pedía perdón y trataba de cambiar. Tenía total confianza en el Señor y lo dejó todo cuando Él se lo pidió.
San Pablo, el apóstol de las gentes: persiguió cristianos y acabó siendo perseguido por serlo. Otro enamorado de Jesucristo que no se cansó de predicar por todas partes el amor de Dios, pasando muchas calamidades, incomprensiones...
Ambos, ejemplazos para nosotros. Ambos murieron mártires por su fe, y gracias a que nunca se rindieron hoy nosotros conocemos a Cristo.
Quizá el propósito de hoy podría ser el de acordarnos de rezar por el Papa Francisco, sucesor de San Pedro, por su persona y por sus intenciones. Tiene la gran responsabilidad de sacar adelante la Iglesia, pero necesita de nuestra oración para darle fuerzas.
En aquel tiempo, al llegar a la región de Cesarea de Filipo, Jesús preguntó a sus discípulos: «¿Quién dice la gente que es el Hijo del hombre?»
Ellos contestaron: «Unos que Juan Bautista, otros que Elías, otros que Jeremías o uno de los profetas.»
Él les preguntó: «Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?»
Simón Pedro tomó la palabra y dijo: «Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo.»
Jesús le respondió: «¡Dichoso tú, Simón, hijo de Jonás! porque eso no te lo ha revelado nadie de carne y hueso, sino mi Padre que está en el cielo. Ahora te digo yo: tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y el poder del infierno no la derrotará. Te daré las llaves del reino de los cielos; lo que ates en la tierra quedará atado en el cielo, y lo que desates en la tierra quedará desatado en el cielo.»
Hoy la Iglesia celebra a San Pedro y a San Pablo, dos grandes santos de la Iglesia, y sin los cuales la Iglesia no sería lo que es.
San Pedro fue el primer Papa, elegido por Jesucristo para ser la roca sobre la que cimentar la Iglesia: un pescador, que le negó incluso cuando le estaban acusando los judíos... Pero que amaba con locura a Jesús, y que cuando metía la pata pedía perdón y trataba de cambiar. Tenía total confianza en el Señor y lo dejó todo cuando Él se lo pidió.
San Pablo, el apóstol de las gentes: persiguió cristianos y acabó siendo perseguido por serlo. Otro enamorado de Jesucristo que no se cansó de predicar por todas partes el amor de Dios, pasando muchas calamidades, incomprensiones...
Ambos, ejemplazos para nosotros. Ambos murieron mártires por su fe, y gracias a que nunca se rindieron hoy nosotros conocemos a Cristo.
Quizá el propósito de hoy podría ser el de acordarnos de rezar por el Papa Francisco, sucesor de San Pedro, por su persona y por sus intenciones. Tiene la gran responsabilidad de sacar adelante la Iglesia, pero necesita de nuestra oración para darle fuerzas.
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