Evangelio 26 de mayo 2015
Lectura del santo evangelio según san Marcos (10,28-31):
En aquel tiempo, Pedro se puso a decir a Jesús: «Ya ves que nosotros lo hemos dejado todo y te hemos seguido.»
Jesús dijo: «Os aseguro que quien deje casa, o hermanos o hermanas, o madre o padre, o hijos o tierras, por mí y por el Evangelio, recibirá ahora, en este tiempo, cien veces más –casas y hermanos y hermanas y madres e hijos y tierras, con persecuciones–, y en la edad futura, vida eterna. Muchos primeros serán últimos, y muchos últimos primeros.»
Cuando Pedro dice "lo hemos dejado todo", no se refiere a su barquichuela y unas redes, sino a que han dejado todo el mundo, anhelos, aspiraciones personales, dinero, familia, amigos, y hasta la honra por seguir a Cristo.
Nosotros también podemos decir que lo hemos dejado todo cuando nada se interpone en nuestro amor a Cristo. Esa es la pobreza que el Señor nos pide, el desprendimiento de todo lo que nos ate a cualquier cosa que no sea Él. Podemos repetir con San Pablo: "Todo lo tengo por basura, con tal de ganar a Cristo".
Por otra parte, enamora la confianza que tenían los discípulos en Jesús. Le hablan como a un amigo y le dicen las cosas a las claras, sin retorcimientos, y al Señor se le enternece el corazón con ellos.
Lo que realmente quería preguntarle Pedro era, ¿Qué recompensa vamos a tener nosotros? Y Él les contesta con cariño que todo y más aquí y después en la vida eterna.
Nosotros, como los Apóstoles, hemos dejado lo que el Señor nos ha ido pidiendo, cada uno según su vocación, y tenemos el firme empeño de romper cualquier atadura que nos impida correr hasta Cristo y seguirle.
Quien es fiel a Cristo tiene prometido el Cielo para siempre.
Y aunque seguimos a Cristo por amor,no por lo que nos vaya a dar, si llegara el momento en que todo parece costar un poco más, nos vendrá bien repetir despacio alguna jaculatoria que nos ayude a pensar en el premio: vale la pena, vale la pena, vale la pena. Saldrá así fortalecida la esperanza y se hará seguro el caminar.
En aquel tiempo, Pedro se puso a decir a Jesús: «Ya ves que nosotros lo hemos dejado todo y te hemos seguido.»
Jesús dijo: «Os aseguro que quien deje casa, o hermanos o hermanas, o madre o padre, o hijos o tierras, por mí y por el Evangelio, recibirá ahora, en este tiempo, cien veces más –casas y hermanos y hermanas y madres e hijos y tierras, con persecuciones–, y en la edad futura, vida eterna. Muchos primeros serán últimos, y muchos últimos primeros.»
Cuando Pedro dice "lo hemos dejado todo", no se refiere a su barquichuela y unas redes, sino a que han dejado todo el mundo, anhelos, aspiraciones personales, dinero, familia, amigos, y hasta la honra por seguir a Cristo.
Nosotros también podemos decir que lo hemos dejado todo cuando nada se interpone en nuestro amor a Cristo. Esa es la pobreza que el Señor nos pide, el desprendimiento de todo lo que nos ate a cualquier cosa que no sea Él. Podemos repetir con San Pablo: "Todo lo tengo por basura, con tal de ganar a Cristo".
Por otra parte, enamora la confianza que tenían los discípulos en Jesús. Le hablan como a un amigo y le dicen las cosas a las claras, sin retorcimientos, y al Señor se le enternece el corazón con ellos.
Lo que realmente quería preguntarle Pedro era, ¿Qué recompensa vamos a tener nosotros? Y Él les contesta con cariño que todo y más aquí y después en la vida eterna.
Nosotros, como los Apóstoles, hemos dejado lo que el Señor nos ha ido pidiendo, cada uno según su vocación, y tenemos el firme empeño de romper cualquier atadura que nos impida correr hasta Cristo y seguirle.
Quien es fiel a Cristo tiene prometido el Cielo para siempre.
Y aunque seguimos a Cristo por amor,no por lo que nos vaya a dar, si llegara el momento en que todo parece costar un poco más, nos vendrá bien repetir despacio alguna jaculatoria que nos ayude a pensar en el premio: vale la pena, vale la pena, vale la pena. Saldrá así fortalecida la esperanza y se hará seguro el caminar.
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