Evangelio 30 de mayo 2015

Lectura del santo evangelio según san Marcos (11,27-33):

En aquel tiempo, Jesús y los discípulos volvieron a Jerusalén y, mientras paseaba por el templo, se le acercaron los sumos sacerdotes, los escribas y los ancianos y le preguntaron: «¿Con qué autoridad haces esto? ¿Quién te ha dado semejante autoridad?»
Jesús les respondió: «Os voy a hacer una pregunta y, si me contestáis, os diré con qué autoridad hago esto: El bautismo de Juan ¿era cosa de Dios o de los hombres? Contestadme.»
Se pusieron a deliberar: «Si decimos que es de Dios, dirá: "¿Y por qué no le habéis creído?" Pero como digamos que es de los hombres...» (Temían a la gente, porque todo el mundo estaba convencido de que Juan era un profeta.)
Y respondieron a Jesús: «No sabemos.»
Jesús les replicó: «Pues tampoco yo os digo con qué autoridad hago esto.»


Hay personas rebuscadas, que buscan el doble sentido a todo y en vez de disfrutar de una conversación están pensando en el lado oscuro de lo que se está contando. Así es es imposible que disfruten, que se alegren, que vivan en paz.

Para acercarse al Señor, también es necesario hacerlo con humildad, con pobreza de corazón. Como el que sabe que no tiene nada y necesita todo. Con el corazón abierto a lo que te quiera dar. Sin rebuscar el doble sentido. Solo fiarse.

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