Evangelio 20 de mayo 2015

Lectura del santo evangelio según san Juan (17,11b-19):

En aquel tiempo, Jesús, levantando los ojos al cielo, oró, diciendo: «Padre santo, guárdalos en tu nombre, a los que me has dado, para que sean uno, como nosotros. Cuando estaba con ellos, yo guardaba en tu nombre a los que me diste, y los custodiaba, y ninguno se perdió, sino el hijo de la perdición, para que se cumpliera la Escritura. Ahora voy a ti, y digo esto en el mundo para que ellos mismos tengan mi alegría cumplida. Yo les he dado tu palabra, y el mundo los ha odiado porque no son del mundo, como tampoco yo soy del mundo. No ruego que los retires del mundo, sino que los guardes del mal. No son del mundo, como tampoco yo soy del mundo. Conságralos en la verdad; tu palabra es verdad. Como tú me enviaste al mundo, así los envío yo también al mundo. Y por ellos me consagro yo, para que también se consagren ellos en la verdad.»



Hasta el último momento, Jesús está pensando en nosotros. Intercede por nosotros ante el Padre, para que nunca estemos solos, y eso ocurre hasta hoy.
EL Señor nos pide que seamos del mundo sin ser mundanos. No nos retiramos de lo que tenemos que hacer cada día para atender las cosas de Dios, sino que las cosas de Dios y las nuestras tienen que ir unidas, mientras trabajamos estamos con Dios, y mientras estamos en cosas de la Iglesia, también estamos en cosas del mundo, por eso existen realidades como Cáritas o tantas otras.
Mantenerse en la verdad en todo momento, solo así se entiende la alegría cristiana, esa que es tan contagiosa.

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