Cuando te vea por primera vez, Dios mío, ¿qué te sabré decir? Callado, esconderé mi frente en tu regazo... y lloraré, como cuando era niño. Tus ojos mirarán todas mis llagas... te contaré después toda mi vida... ¡aunque ya la conoces! Y Tú, para dormirme, lentamente me contarás un cuento que comienza: Érase una vez un hombrecillo de la tierra... y un Dios que le quería con locura...".

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