Misterios Gloriosos
La razón de nuestra alegría es justamente que el Señor no se queda en la Cruz, sino que Resucita. Vence a la muerte.
Estos misterios Gloriosos nos recuerdan esto: que el Señor resucita de entre los muertos, más tarde asciende al Cielo pero nos deja al Espíritu Santo. Después se lleva a su Madre, como no podía ser de otra manera, en cuerpo y alma con Él, para nombrarla Reina y Señora de todo lo creado.
"¡Ha resucitado! —Jesús ha resucitado. No está en el sepulcro. —La Vida pudo más que la muerte.
Se apareció a su Madre Santísima. —Se apareció a María de Magdala, que está loca de amor. —Y a Pedro y a los demás Apóstoles. —Y a ti y a mí, que somos sus discípulos y más locos que la Magdalena: ¡qué cosas le hemos dicho!
Que nunca muramos por el pecado; que sea eterna nuestra resurrección espiritual. —Y, antes de terminar la decena, has besado tú las llagas de sus pies..., y yo más atrevido —por más niño— he puesto mis labios sobre su costado abierto."
"Eres toda hermosa, y no hay en ti mancha. —Huerto cerrado eres, hermana mía, Esposa, huerto cerrado, fuente sellada. —Veni: coronaberis. —Ven: serás coronada. (Cant., IV, 7, 12 y 8.)
Si tú y yo hubiéramos tenido poder, la hubiéramos hecho también Reina y Señora de todo lo creado.
Una gran señal apareció en el cielo: una mujer con corona de doce estrellas sobre su cabeza. —Vestido de sol. —La luna a sus pies. (Apoc., XII, 1.) María, Virgen sin mancilla, reparó la caída de Eva: y ha pisado, con su planta inmaculada, la cabeza del dragón infernal. Hija de Dios, Madre de Dios, Esposa de Dios.
El Padre, el Hijo y el Espíritu Santo la coronan como Emperatriz que es del Universo.
Y le rinden pleitesía de vasallos los Angeles..., y los patriarcas y los profetas y los Apóstoles..., y los mártires y los confesores y las vírgenes y todos los santos..., y todos los pecadores y tú y yo."
Estos misterios Gloriosos nos recuerdan esto: que el Señor resucita de entre los muertos, más tarde asciende al Cielo pero nos deja al Espíritu Santo. Después se lleva a su Madre, como no podía ser de otra manera, en cuerpo y alma con Él, para nombrarla Reina y Señora de todo lo creado.
"¡Ha resucitado! —Jesús ha resucitado. No está en el sepulcro. —La Vida pudo más que la muerte.
Se apareció a su Madre Santísima. —Se apareció a María de Magdala, que está loca de amor. —Y a Pedro y a los demás Apóstoles. —Y a ti y a mí, que somos sus discípulos y más locos que la Magdalena: ¡qué cosas le hemos dicho!
Que nunca muramos por el pecado; que sea eterna nuestra resurrección espiritual. —Y, antes de terminar la decena, has besado tú las llagas de sus pies..., y yo más atrevido —por más niño— he puesto mis labios sobre su costado abierto."
"Eres toda hermosa, y no hay en ti mancha. —Huerto cerrado eres, hermana mía, Esposa, huerto cerrado, fuente sellada. —Veni: coronaberis. —Ven: serás coronada. (Cant., IV, 7, 12 y 8.)
Si tú y yo hubiéramos tenido poder, la hubiéramos hecho también Reina y Señora de todo lo creado.
Una gran señal apareció en el cielo: una mujer con corona de doce estrellas sobre su cabeza. —Vestido de sol. —La luna a sus pies. (Apoc., XII, 1.) María, Virgen sin mancilla, reparó la caída de Eva: y ha pisado, con su planta inmaculada, la cabeza del dragón infernal. Hija de Dios, Madre de Dios, Esposa de Dios.
El Padre, el Hijo y el Espíritu Santo la coronan como Emperatriz que es del Universo.
Y le rinden pleitesía de vasallos los Angeles..., y los patriarcas y los profetas y los Apóstoles..., y los mártires y los confesores y las vírgenes y todos los santos..., y todos los pecadores y tú y yo."
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