Misterios Dolorosos

Jesús sufre por nosotros. Para que, nosotros, hechos de un puñado de lodo, viviéramos al fin en la libertad y gloria de los hijos de Dios.

El Señor antes de hacer cualquier cosa, ora. Habla con su Padre Dios. Fue obediente hasta la Cruz.
Se va al huerto de los olivos y allí de rodillas reza y llora por tí y por mí.
Cuando vienen los soldados y se lo llevan, le flagelan y le ponen una corona de espinas para burlarse de Él.
Más tarde cogerá su Cruz a cuestas y le crucificarán en el monte Calvario.

"Si alguno quiere venir tras de mí... estamos tristes, viviendo la Pasión de Nuestro Señor Jesús. —Mira con qué amor se abraza a la Cruz. —Aprende de El. —Jesús lleva Cruz por ti: tú, llévala por Jesús.

Pero no lleves la Cruz arrastrando... Llévala a plomo, porque tu Cruz, así llevada, no será una Cruz cualquiera: será... la Santa Cruz. No te resignes con la Cruz. Resignación es palabra poco generosa. Quiere la Cruz. Cuando de verdad la quieras, tu Cruz será... una Cruz, sin Cruz.

Y de seguro, como El, encontrarás a María en el camino."

"Ya está en lo alto... —Y, junto a su Hijo, al pie de la Cruz, Santa María... y María, mujer de Cleofás, y María Magdalena. Y Juan, el discípulo que El amaba. Ecce mater tua! —¡Ahí tienes a tu madre!: nos da a su Madre por Madre nuestra.

Le ofrecen antes vino mezclado con hiel, y habiéndolo gustado, no lo tomó. (Math., XXVII, 34.)

Ahora tiene sed... de amor, de almas.

Consummatum est. —Todo está consumado. (Joann., XIX, 30.)

Mira: todo esto..., todo lo ha sufrido por ti... y por mí. —¿No lloras?"





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