La grandeza de las pequeñas cosas

Estamos ya a final de curso, nos pesan los meses de trabajo, el tiempo... Y parece que todo nos incomoda y nos molesta, y casi siempre la pagamos con los que tenemos cerca.

No se nos puede olvidar el mandamiento más grande que es la Caridad. Esa caridad que muchas veces pensamos que está en irnos a África a ayudar a los desfavorecidos, o en hacer mega campañas para reconstruir países. Eso está muy bien, pero tenemos oportunidades de vivir esta virtud a tope ahí donde estamos: en casa, en el trabajo, en el instituto... Esa pequeña sonrisa a quien no nos cae bien, ese recoger un papel sin que nadie te haya visto y recoges solo por amor a Dios, ese trabajo bien acabado, el no contestar para no crear un mal ambiente, el mirar a la cara a quien necesita que le escuches...

Hay pequeños gestos todos los días que parece que no tienen ninguna repercusión, pero ser cristiano es esto. No es encontrarte dragones en el pasillo de tu casa todos los días.
 ¿Y si cada uno hacemos un pequeño gesto? La bondad es como tirar una piedra en un lago. Es insignificante, pero al caer, crea a su alrededor un círculo, y luego otro... Como una cadena...

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